La excelencia de la mano de la autocompasión, mi historia personal

Suelo ser sobre-exigente con otras personas, y eso no es bueno. Pero más que nada, soy superexigente conmigo mismo, y eso tampoco lo es. Tiene sus ventajas, pero genera frustraciones y da lugar a un diálogo interno con efectos tóxicos.

Lo que me estuve planteando para este año es facilitarme el proceso de crecimiento mediante la autocompasión. Sí, existe eso. ¿Por qué? Porque me planteo objetivos altos, y logros difíciles para mí, pero nunca voy a poder lograrlos si me maltrato a mi mismo en mi lenguaje interior. Sí, hablamos con nosotros mismos y ese lenguaje nos afecta incluso en mayor medida que las palabras que otros nos dicen

Qué es lo que quiero lograr, algo que siempre tomé como una utopía y es raro en el país que vivimos. Quiero normalizar en mi vida tener visiones de mi mismo a largo plazo superclaras y conectadas realmente con lo que yo deseo ser, en vez de los demás, y revisar a con frecuencia el camino que recorro para poder hacer los ajustes.

¿Por qué es tan difícil? Porque el contexto y la cultura normal nos lleva a trabajar de bomberos, a diario, estar apagando incendios de manera sobre-dramática y alimentando nuestros egos con autoimágenes de héroes con cada incendio apagado. Pero cada minuto dedicado a apagar incendios es un minuto que no trabajamos en nuestro largo plazo, como nos enseña Leo Piccioli.

Como si eso fuera poco, el contexto de sobre-intoxicación de información que nos inunda con ideas de lo que deberíamos ser en vez de darnos espacio para el autoconocimiento y desarrollo personal. No voy a citar pruebas, pero tampoco tengo dudas que más del 97% de las personas no saben con claridad que es lo que quieren para su vida, y de ahí surgen la gran mayoría de sus frustraciones en el ámbito laboral, familiar, profesional, de pareja, y personal.

Con todo eso, hacerse tiempo en el día para esclarecer lo que uno quiere, planificar para lograrlo, gestionar las tareas diarias, y ocuparse de los incendios se transforma en un gran desafío, si no es el gran desafío personal que todos enfrentamos hoy para alcanzar nuestra felicidad.

Y si en medio de todo ese desafío, yo mismo me hago las cosas más difíciles con un mal lenguaje interno por el cual me digo a mí mismo que soy un vago si paso una hora revisando y planificando, en vez de hacer tareas; o me digo a mí mismo que soy un estúpido con el cerebro lavado por estar apagando incendios de mis clientes, o mi familia, en vez de dedicar tiempo a quien quiero ser en 3 años.

Mi desafío es y será siempre encontrar el equilibrio del tiempo entre ambos tipos de tareas, entendiendo que ambas son necesarias y solo debo tratarme bien a mí mismo si me planteo lograr objetivos que la gran mayoría de las personas no se plantea.

Juan Cruz Obaid

Juan Cruz Obaid

Aquí escribo mis pensamientos y aprendizajes.
Santa Fe, Argentina