El desafío
Empezar a preparar una nueva charla para dar, es un desafío. El famoso síndrome impostar golpea la puerta y me hace compañía.
¿Quién soy yo para hablar en voz alta? ¿Quién soy yo para pretender enseñar algo nuevo? ¿Y si se presentan personas que tienen más experiencia y hacen preguntas difíciles?
Siempre pasa, y me acuerdo de la historia de Elvis Presley. Resulta que el famoso artista nombrado "rey del rock and roll" y considerado uno de los íconos culturales del siglo XX tenía una especie de ataque de pánico escénico.
Y ese ataque de pánico no era al iniciar una gira musical, no era antes de empezar el primer tema de un concierto. El músico sufría de pánico escénico antes de iniciar todos y cada uno de los temas musicales que tocaba en vivo.
Pero él no retrocedía, sino que avanzaba a pesar de todo y daba tan brillantes presentaciones musicales.
Pero como yo no soy musico y no tengo que cantar frente a miles de personas, puedo decir que la tengo más fácil.
Simplemente pienso en mi propósito profesional, el de transmitir mis experiencias aprendidas a los golpes y las enseñanzas de mis mentores, ahorrar tanto sufrimiento a otros profesionales.
No se trata de mí, sino que de ayudar a otros.
Mi intención es la más noble, y con eso me alcanza para enfrentar cualquier miedo o posible situación vergonzosa.